Las copas menstruales son muy populares en estos días, pero no siempre fueron accesibles. Menstruación en los años 40 y 50, especialmente en esas épocas en Latinoamérica, estos productos de lujo no fueron accesibles por muchos años. Las toallas higiénicas, los tampones y las copas menstruales son un concepto más nuevo de lo que piensas.

La copa menstrual fue creada por Leona Chalmers en la década de 1930 e inspiraron a marcas como DivaCup para hacer accesibles los productos menstruales innovadores en todo el mundo. La DivaCup entró en el mercado masivo en el 2003 pero ¿Qué usaban las mujeres antes de las copas menstruales? Podrías estar pensando, «obviamente usaban tampones o toallas higiénicas», pero ese no es el caso.


En Diva, recopilamos tres historias de los familiares de nuestro equipo que tienen familia en Latinoamérica. Les preguntamos a nuestras madres y abuelas cómo manejaban sus periodos antes de que las copas menstruales y otros productos de higiene menstrual estuvieran disponibles en los mercados de Latinoamérica.

Hicimos cuatro preguntas:

¿Cómo fue para tu mamá / abuela tener su periodo y usar los diferentes métodos de protección menstrual?

¿Qué usaron?

¿A quién le dijeron?

¿Como se sintieron?

La historia de la abuela Marta

“Gracias a Dios vivía con mi abuela, ella me enseñó a usar toallas chiquitas.” Las cortábamos en chiquitas tiras y las volvíamos a lavar después de cada uso. Las poníamos a secar en una línea de ropa y las reutilizábamos. Usaba una toalla blanca nueva que debías doblar y cortar para darle forma a tu ropa interior. Después de lavarlas, las planchábamos para eliminar los bichos que atraerían la sangre al colgarlas secas, especialmente en verano porque hacía calor. No teníamos secadora; No tuve secadora hasta que nació mi primera nieta. Teníamos lavadoras, pero siempre teníamos que colgar la ropa interior y las toallas.


Cuando tuve mi primer periodo, tenía 12 años y estaba muy avergonzada. Cada periodo era un gran secreto, y me enseñaron a ser discreta cuando lo tenía, especialmente cuando había hombres presentes. Nos dijeron que no nos bañáramos durante la menstruación. No podíamos bañarnos el cuerpo, el cabello o mojarnos los pies por miedo a una hemorragia. También nos enseñaron a no tocar las plantas durante el periodo, ya fuera una planta de interior o un jardín, nuestros ciclos los harían morir. (Dato curioso: desde que se inventó DivaCup, se ha informado en las redes sociales que algunas personas que menstrúan ponen su sangre en las plantas para ayudarlas a crecer. La diferencia de mentalidad entre ahora y hace 60 años es impactante).


Con el tiempo, salieron productos más sofisticados que eran como algodón enrollado, funcionaba como papel higiénico que se desenrollaba y cortaba para poner en su ropa interior. “Cuando me mudé a Canadá, fue cuando usé mi primera toalla sanitaria, nunca usé tampones «. –Marta, 77 años, Argentina.

Abuela de Paula Parejo, especialista en marketing de contenidos de Diva.

La historia de la abuela Gloria

Tenía 12 años cuando tuve mi primer periodo, estaba jugando en la calle y la sangre goteaba por mi pierna, estaba asustada y pensé que me había lastimado.” Mi mamá me había hablado sobre los periodos una o dos veces, pero dijo que eso sucedería entre los 14 y 15 años, así que me sorprendió que me haya llegado el periodo tan pronto. Le dije a mi madre y me corto algunas sábanas y toallas viejitas. Me entregó los materiales y me dijo, “esto es lo que vas a usar y cuando termines, lávalos”. En la década de los 1950 no había tampones ni productos desechables para el cuidado menstrual en Bolivia.


A una edad tan joven, odiaba ver mi sangre y me duchaba a menudo durante mi periodo. Mi madre me dijo que no podía ducharme durante la menstruación porque “cortaría” mi ciclo y eso no era bueno para el cuerpo. Tuve que ducharme a escondidas porque simplemente no aguantaba estar sucia, además en mi cuidad siempre hacía mucho calor.

En la escuela con mis amigas nunca hablamos de periodos, la menstruación era como un gran secreto e ir a la escuela durante mis días era una pesadilla porque siempre tuve miedo de mancharme. Me puse toallas de triple tela y vestía ropa grande y oscura. A menudo fingía estar enferma y faltar a la escuela debido a la molestia. Sin embargo, mi madre Teresita que en paz descanse era genial, sabía que era por mi periodo y era comprensiva al respecto. Usé toallas de tela hasta después que tuve 4 hijos y luego llegaron las toallas higiénicas desechables al mercado y me quedé con eso. Nunca probé tampones porque no confiaba en ellos. – Gloria, 73 años, Bolivia.

Abuela de Vanessa Veletic, especialista en redes sociales y atención al consumidor de Diva.

La historia de mamá Esther y Andy (Madre e hija)

Andy (hija): “Cuando yo comencé mi periodo recuerdo muchas veces a mi mamá* diciéndome lo afortunada que era de tener muchas opciones de productos de higiene menstrual desechables: Noche, día, con alas, sin alas para diferentes flujos. Y comenzaba su anécdota como todas las buenas historias; ‘en mi época…. no existía nada de esto, cuando yo comencé entre los 12 y 14 años no existían los productos desechables o eran demasiado nuevos en la ciudad. Recuerdo que mis hermanas mayores usaban toallas de una tela similar a la gasa o de algodón que se doblaban varias veces en rectángulo y así era como aprendías. Mi madre no nos hablaba de eso, era un conocimiento que nos pasábamos entre hermanas. Las primeras toallas que tuve también eran de tela y cuando empezamos a usar desechables no tenían la cinta con pegamento ni mucho menos alas, era un rectángulo de un material similar a los pañales y la asegurábamos a la ropa interior con seguritos ya que no había muchas opciones de donde elegir. Pero sin duda era más cómodo que tener las toallas de tela que había que lavar en las noches. Con los años comenzaron a existir más opciones, y ya cuando llegamos a la cuidad (Cuidad de México) fue que conocí todavía más marcas y opciones’.


Comencé con mis periodos más o menos al principio de los 2000´s, en contraste a mi mamá, ya teníamos al menos un pasillo solo dedicado a las toallas y tampones, y no sé si tener tantas opciones y tan poca información fuera tan bueno. Los primeros periodos no solo era romper tu propio miedo de pedir toallas, era también la pena de que te viera alguien en ese pasillo; pero no te quedaba de otra, tenías que elegir. Recuerdo estar parada en el frio pasillo del super, incómoda y nerviosa pensando “ush ya, ¡rápido! no quiero que nadie me vea aquí, la que sea está bien” y a mi mamá tratando de enseñarme rápidamente las opciones. Al final fue un proceso de varios años en encontrar el producto que me hiciera sentir más cómoda, muchas pruebas, errores y por supuesto muchas manchas y sudaderas amarradas en la cadera para “ocultar” los accidentes. Al final lo más difícil no fue encontrar el producto que me gustara, fue encontrar el valor cada mes para pararme en ese pasillo a ver qué producto probaba ese periodo o si repetiría alguno. Con el tiempo se hace más sencillo, se va la pena y tú misma comprendes que es algo natural, vas a pasar por esto años y años y entre más rápido se te quite la pena será mejor, porque las innovaciones de producto siguen llegando; tu cuerpo cambia y lo que te servía al principio ya no es lo mejor, y entonces te la pasaras caminando de lado a lado del pasillo, te mirarán las personas, quizá hasta llegues en algún momento a compartir el espacio con otra mujer y lo mejor de todo, se convertirá en un artículo más sin importancia en tu lista de compras.


*Mamá: Esther, edad 69. Nacida en Tepic, Nayarit (pequeño estado cerca del océano pacífico)

Al comparar estas historias de la primera menstruación de estas abuelitas con las de hoy en día hay mucho por lo que estar agradecidas. La cultura que rodea a DivaCup es una que educa y elimina los estigmas en torno a la menstruación con el objetivo de accesibilidad para todas. ¡Queremos escuchar de ti! Comparte tus historias con nosotros en Instagram con #divastories para celebrar lo lejos que hemos llegado y seguir haciendo de esta conversación de lo más normal, como debería ser.